Lo bueno y lo no tan bueno de los plásticos
En el lado positivo, los plásticos han aportado enormes beneficios: durabilidad, asequibilidad, versatilidad. Nos han ayudado a fabricar vehículos más ligeros, envases más seguros y se presentan en casi todas las formas imaginables. Por otro lado, la misma característica que hace que el plástico sea tan útil, su longevidad, también lo hace problemático. Los plásticos no se descomponen de forma natural (o lo hacen muy lentamente) y se acumulan en el medio ambiente. Por ejemplo, se calcula que la industria de la confección produjo 8,3 millones de toneladas de contaminación plástica solo en 2019.
Si usas ropa deportiva, estás rodeado de plásticos más de lo que te imaginas. Fibras como el poliéster, el nailon y el elastano son polímeros sintéticos diseñados para el estiramiento, la durabilidad y el control de la humedad. Tienen un buen rendimiento, pero lo que a menudo pasa desapercibido son los aditivos químicos que se utilizan para que sean así. Para mejorar la flexibilidad, la solidez del color o la resistencia al sudor, estos materiales se tratan con sustancias como plastificantes, tintes, retardantes de llama y recubrimientos hidrófugos. Muchas de estas sustancias químicas no permanecen en su lugar, sino que pueden filtrarse durante la producción, el uso o la eliminación.